jueves, 8 de marzo de 2012

Fieles por siempre.

Hasta aquí nuestro camino. Seguramente no ha estado libre de escollos y conflictos. El triunfo se fundamentará en el amor de la pareja y su deseo de continuar juntos. No es fácil. Será necesario volver atrás de vez en cuando y revisar algunos elementos del proceso para poder valorar los avances y las limitantes durante el desarrollo del mismo. Además tendrán que superar la impaciencia e intolerancia que surgirán de vez en cuando, como residuos del daño que se hizo. Pero si son constantes y firmes en su decisión lograrán su objetivo de forjar una fuerte relación de pareja. Y esta, seguramente, será más fuerte y madura.
Lo ideal es que no existiera la infidelidad y que la pareja, como los albatros, sean fieles hasta la muerte. ¿Es posible? Sí; he conocido casos interesantes. Pero para los otros casos, estos son mis consejos. Ánimo y adelante

domingo, 4 de marzo de 2012

Agarrándose de Dios

El ser humano, como ser en relación, está en contacto no sólo con otras personas o con los seres de la naturaleza. También está el ser divino, lo trascendente, Dios mismo. No importa como le llamemos, lo importante es que estamos también en relación con Dios. Y no importa que le neguemos o lo rechacemos, o simplemente nos sea indiferente. Dios siempre sale al encuentro de nosotros, aunque no queramos nada con Él. 
Por eso es importante mencionarlo en este blog. Dios es como una rama de donde nos sostenemos en el momento que tropezamos y parecemos caer. Yo diría, más bien, que es como la mano de alguien que nos acompaña y que nos sostiene en el momento de tropezar. Él no nos va a dejar caer tan fácilmente en la angustia y ansiedad. Si como pareja ponen a Dios en la base de toda su relación, difícilmente se separarán. Sí, es cierto. Y esto por varias razones:
Los valores de la fe. Toda creencia está sostenida por principios éticos o valores que la fundamentan. Estos principios, asumidos en la práctica, hacen de la vida misma una expresión de amor y cumplimiento de estos valores incuestionables. Quien vive en esos valores difícilmente volverá a ser infiel.
Las prácticas del creyente. Hay prácticas en todo culto, que aplican  los verdaderos creyentes y que fortalecen la disciplina personal en la búsqueda del encuentro con Dios y del cumplimiento de su voluntad en la vida misma: oración frecuente; prácticas de disciplina que incluyen el alejarse de entornos que pueden facilitar "caer en pecado", entendiendo el pecado como toda acción que aleja al creyente de su relación armoniosa con Dios y con su prójimo; las orientaciones constantes que hace toda iglesia de invitar a un cambio de vida más positiva y ceñida a ciertos valores. Estas y otras prácticas sirven de entrenamiento, forjando en el creyente una disciplina que le capacita para superar toda prueba o tentación, incluyendo otras propuestas para ser infiel.
El encuentro con Dios. Dios es amor; pero el amor de Dios es más perfecto que el de la pareja, que espera ser recíproco en el amor; o sea, que espera ser también amado. En Dios el amor no busca reciprocidad. Se da porque ama, sin esperar nada a cambio. El amor de pareja puede aprender del amor de Dios, dándose sin esperar ser recompensado, perdonando y volviendo a comenzar, por que se ama de verdad.
Aunque no queramos seguir a Dios, Él siempre nos sigue y acompaña; aún en lo secreto. Si la pareja se pone en sus manos, con sincero corazón, es seguro que les guiará por sendas de paz en la relación de pareja que buscan forjar.

viernes, 2 de marzo de 2012

Los hijos.

La pareja se une para formar una familia. Y los hijos son, inevitablemente, el fruto de la relación de pareja, en todos los sentidos. No sólo son otro ser humano que nació como consecuencia de la relación genital. Son también otros seres, independientes y autónomos; personas que están creciendo y que, llegado el momento, tendrán la capacidad para tomar sus decisiones y asumir las responsabilidades de las mismas.
Sus hijos o hijas no decidieron venir al mundo. Esa fue decisión que ustedes tomaron. De allí el compromiso de la pareja de asegurar el bienestar de los hijos. Y esto implica no sólo el solventar las necesidades de alimentación, vivienda, educación y salud. También los hijos necesitan satisfacer su necesidad de afecto, de saberse amados y tener a quienes amar. Y en un primer momento, esas personas en las que volcarán su amor son ustedes, los padres.
Hablar de los hijos e hijas es un futuro tema de otro blog que editamos: Autoestima y Familia Sólida Pero es importante traerlos a colación, pues ellos son los beneficiarios indirectos de su esfuerzo por reconstruir el matrimonio y forjar una nueva relación. Si entre la pareja hay una relación; entre padres e hijos hay también una forma diferente de relación que tiene vida propia. Sus hijos fueron víctimas inocentes no sólo de la infidelidad, sino de los roces y el dolor causado a la pareja. El error cometido por el padre o la madre infiel y mentirosa tira por el piso la buena imagen que ustedes construyeron en sus hijos desde la infancia. Y hace también daño a la relación entre padres e hijos. La inseguridad frente al presente y el futuro propio, la desconfianza en sus propias capacidades para afrontar la vida, los sentimientos de angustia frente a la pérdida de la relación padre - madre, la culpa que muchas veces asumen los hijos por la separación de la pareja, no saber cómo entablar la nueva relación con sus padres, son entre otros, los costos que asumen los hijos ante el conflicto generado por la infidelidad. 
Las consecuencias, a largo plazo, puede ser funestas. El modelo de "hombre o mujer" infiel, que pueden repetir los hijos en el futuro; la personalidad insegura frente a la pareja, actitud que pueden tomar para no sufrir el dolor que vivieron en su infancia o adolescencia en sus padres, acatando todo lo que su pareja decide para no perderle; la mala relación con sus superiores a nivel laboral, expresado en la sumisión exagerada, por un lado, o en la actitud agresiva frente a la figura de autoridad.
Sea como sea, el daño provocado a los hijos es de tomarlo en cuenta a la hora de reconstruir la relación de pareja.No importa la edad que sus hijos tengan, es necesario dialogar con ellos para que estén informados de todos los cambios que están viviendo en su relación de pareja. También para recordarles lo mucho que ustedes les aman. Esto les brindará la seguridad de que todo estará bien, de que no han perdido a sus padres ni el amor que les tienen. Lo importante es no perder la comunicación entre hijos y padres. No los hagan jueces de la situación; recuerden que les aman a ambos. Lo importante es que sepan lo que ustedes están haciendo para forjar y fortalecer su relación de pareja y que compartan esa alegría juntos, así como les tocó compartir los momentos de dolor.
 Para terminar, recuerden que ustedes son los referentes de sus hijos o hijas. Los ojos de ellos les buscarán cuando necesiten consuelo; o cuando ellos se equivoquen a ustedes les buscarán para ser orientados y corregidos; y cuando llegue el éxito a sus vidas, a ustedes buscarán primero para recibir su aprobación. Son su mayor responsabilidad; aunque al final también se irán a construir su propia vida. Disfrútenlos, acompáñenlos y oriéntenlos son el ejemplo.