viernes, 2 de marzo de 2012

Los hijos.

La pareja se une para formar una familia. Y los hijos son, inevitablemente, el fruto de la relación de pareja, en todos los sentidos. No sólo son otro ser humano que nació como consecuencia de la relación genital. Son también otros seres, independientes y autónomos; personas que están creciendo y que, llegado el momento, tendrán la capacidad para tomar sus decisiones y asumir las responsabilidades de las mismas.
Sus hijos o hijas no decidieron venir al mundo. Esa fue decisión que ustedes tomaron. De allí el compromiso de la pareja de asegurar el bienestar de los hijos. Y esto implica no sólo el solventar las necesidades de alimentación, vivienda, educación y salud. También los hijos necesitan satisfacer su necesidad de afecto, de saberse amados y tener a quienes amar. Y en un primer momento, esas personas en las que volcarán su amor son ustedes, los padres.
Hablar de los hijos e hijas es un futuro tema de otro blog que editamos: Autoestima y Familia Sólida Pero es importante traerlos a colación, pues ellos son los beneficiarios indirectos de su esfuerzo por reconstruir el matrimonio y forjar una nueva relación. Si entre la pareja hay una relación; entre padres e hijos hay también una forma diferente de relación que tiene vida propia. Sus hijos fueron víctimas inocentes no sólo de la infidelidad, sino de los roces y el dolor causado a la pareja. El error cometido por el padre o la madre infiel y mentirosa tira por el piso la buena imagen que ustedes construyeron en sus hijos desde la infancia. Y hace también daño a la relación entre padres e hijos. La inseguridad frente al presente y el futuro propio, la desconfianza en sus propias capacidades para afrontar la vida, los sentimientos de angustia frente a la pérdida de la relación padre - madre, la culpa que muchas veces asumen los hijos por la separación de la pareja, no saber cómo entablar la nueva relación con sus padres, son entre otros, los costos que asumen los hijos ante el conflicto generado por la infidelidad. 
Las consecuencias, a largo plazo, puede ser funestas. El modelo de "hombre o mujer" infiel, que pueden repetir los hijos en el futuro; la personalidad insegura frente a la pareja, actitud que pueden tomar para no sufrir el dolor que vivieron en su infancia o adolescencia en sus padres, acatando todo lo que su pareja decide para no perderle; la mala relación con sus superiores a nivel laboral, expresado en la sumisión exagerada, por un lado, o en la actitud agresiva frente a la figura de autoridad.
Sea como sea, el daño provocado a los hijos es de tomarlo en cuenta a la hora de reconstruir la relación de pareja.No importa la edad que sus hijos tengan, es necesario dialogar con ellos para que estén informados de todos los cambios que están viviendo en su relación de pareja. También para recordarles lo mucho que ustedes les aman. Esto les brindará la seguridad de que todo estará bien, de que no han perdido a sus padres ni el amor que les tienen. Lo importante es no perder la comunicación entre hijos y padres. No los hagan jueces de la situación; recuerden que les aman a ambos. Lo importante es que sepan lo que ustedes están haciendo para forjar y fortalecer su relación de pareja y que compartan esa alegría juntos, así como les tocó compartir los momentos de dolor.
 Para terminar, recuerden que ustedes son los referentes de sus hijos o hijas. Los ojos de ellos les buscarán cuando necesiten consuelo; o cuando ellos se equivoquen a ustedes les buscarán para ser orientados y corregidos; y cuando llegue el éxito a sus vidas, a ustedes buscarán primero para recibir su aprobación. Son su mayor responsabilidad; aunque al final también se irán a construir su propia vida. Disfrútenlos, acompáñenlos y oriéntenlos son el ejemplo.

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